De él se cuentan historias en los refugios de montaña, o se le ve representado en grafitis y pinturas: como muchas otras criaturas misteriosas, habita lugares poco accesibles, donde su existencia solo está certificada por los testimonios de quienes han tenido la fortuna de encontrarse con él (o creen haberlo hecho).
El dahu (se pronuncia daù) es un animal del que hablan las poblaciones montañesas del Valle de Aosta, cuya leyenda probablemente esté inspirada por encuentros con animales anómalos o inusuales. Su aspecto varía según la zona: algunos lo describen como un cérvido parecido a los íbices y rebecos, otros como un cruce entre un tejón y una cabra, otros aún como un híbrido entre zorro y rebeco.
Hijo de la tradición popular montañesa, este animal misterioso tiene como característica principal tener patas asimétricas: las de valle son más largas que las de montaña, lo que le permite una excepcional estabilidad incluso en las pendientes más empinadas, pero al mismo tiempo lo obliga a moverse siempre en la misma dirección. Según sus características morfológicas, los dahu se distinguen en dos categorías: aquellos con las patas derechas más cortas (dahu destrogiro, que recorre la montaña girando siempre en sentido horario) y aquellos con las patas izquierdas más cortas (dahu levogiro, que la recorre siempre en sentido antihorario). Sin embargo, también existen representaciones donde son las patas delanteras las más cortas que las traseras, para facilitar la subida por las pendientes, o viceversa, para facilitar el descenso.
Según la leyenda, si te acercas por detrás y llamas al animal por su nombre, el dahu, siendo por naturaleza bastante curioso, al voltearse perdería el equilibrio, precipitándose al vacío. Por lo tanto, se cree que la popularización del excursionismo en montaña ha llevado a este animal casi a la desaparición: la frecuencia de encuentros humanos y las consecuentes innumerables llamadas habrían exterminado a la mayoría de estos animales.
Además, los hijos de los dahu destrogiri nacerán seguramente levogiri y viceversa. Por esta razón, una vez abandonado el marsupio, los jóvenes se verán obligados a tomar la dirección opuesta a la de su madre, y en caso de reconsiderar la oportunidad de aventurarse en el mundo, la elección de volver atrás sería también en este caso fatal.
Otra característica del dahu (y en realidad de casi todos los animales mitológicos…) es su gran timidez: es casi imposible ver uno, mucho menos fotografiarlo o filmarlo.